martes, 26 de abril de 2011

“Me gusta esculpir lo que está escrito en el cuerpo”

Por Alejandra Botero C.



María Victoria Merino es una mujer mayor: “No cuento cuántos porque dejaría de ser mujer”. En este momento de su vida, “Ela”, como la llaman sus amigos y familiares, se dedica a la escultura después de haber dado un largo recorrido por los campos del arte.

Se casó a los quince años, lo que no le permitió vivir una de las etapas más hermosas de la vida que es la juventud: “En esa época era normal casarse a esa edad, afortunadamente los tiempos han cambiado”. Desde muy joven se dedicó a ser ama de casa, terminó el bachillerato y no estudió más.

Después de tener cuatro hijos decidió empezar su propio negocio, debido a problemas financieros en el hogar. Creó una empresa de confecciones con dos socias llamada Tinta y Plica.

Como el presupuesto con el que contaban no era muy elevado, María Victoria decidió ser la diseñadora de la empresa, de ahí partió su interés por el arte.

Para ella “la ropa es un gran aporte a la belleza, más que todo de la mujer”. Como todos son diferentes, se debe investigar y conocer sobre el grupo de personas al que está dirigido la empresa: “Yo creo que este trabajo me dio mucha sensibilidad acerca de los seres humanos y más del cuerpo humano”.

“Les doy besos y les hablo, mis trabajos son como un juego para mí”, dice. Cuando María Victoria se jubiló le dejó la empresa a uno de sus hijos y se dedicó a pintar bajo la dirección de la reconocida artista Ethel Gilmour: “Ella fue la mayor inspiración en mi vida, su tranquilidad, su obra, todo. Ella era lo que yo quería para mí. De hecho, cuando murió me dio muy duro”.

Bajó la dirección de Ethel empezó a pintar flores y cosas pequeñas. Con el paso del tiempo se fue dando cuenta de que su pasión era pintar el cuerpo humano, pintar el ser humano con todos sus defectos y su historia.


¿Por qué pintar humanos? “Me impacta la actitud y la expresión corporal de los hombres, en el cuerpo tenemos escrita toda la vida”. La muerte de Ethel hizo que Victoria perdiera el interés por la pintura, no de verla, sino de hacerla.

Poco tiempo después le ofrecieron un salón en la Biblioteca Pública Piloto para que expusiera sus cuadros. Con un dolor muy grande por saber que su maestra no podría estar presente, aceptó. Fue un éxito, una de las más visitadas.

Olga Arango es ahora su maestra, una mujer que ya no se dedica a la pintura sino a la escultura. Ella describe a María Victoria como “muy simple y elemental”.

María Victoria, ¿qué tipo de esculturas hace usted?
“Sigo con mi idea sobre el cuerpo humano, trato de expresar la condición frente a la vida de diferentes tipos de personas. A cada una de las esculturas les tengo nombre, trato de que en su físico se refleje su personalidad”.

Les tiene nombre y una historia: “Está Doña Berta, que es una mujer que ha luchado mucho, es la típica matrona paisa que se echa al hombro todo y hace lo que le toque. También está Don Roque, el esposo de Doña Berta, ella nunca lo deja hacer nada pero a él no le importa porque la ama demasiado. Llevan más de 40 años casados. Esos son los que más me gustan aunque tengo como 5 más”.

“En estos días me llamaron, todo parece indicar que los podré exponer muy pronto. Lo que yo hago es un juego, así lo veo y como no me queda tanto tiempo ya, lo que quiero es eso, jugar”.

La cultura en Medellín
“Desde mi punto de vista, Medellín es una ciudad a la que le falta cultura, estamos orgullosos de nuestra cultura Metro, pero ¿qué pasa después de salir del Metro? El peatón nunca tiene la vía, en un concierto de música clásica se aplaude entre movimientos, no se recicla, se tira basura... Medellín tiene muchas cualidades pero, para mí, la cultura no es una de estas”.

María Victoria ve las cosas desde un punto de vista totalmente diferente, para ella Medellín está llena de cultura. Sólo tiene una queja y es que a la hora de llegar una buena exposición a la ciudad no se le hace mucha propaganda.

“Cuando uno va a un barrio popular puede ver una casita, vuelve un tiempo más tarde y ya tiene un piso más arriba. Vuele un tiempo después y ya tiene una decoración diferente. La autoconstrucción es arte, es hermoso ver como alguien trabaja para poder sentirse orgulloso de lo que tiene, así sea poco”.

Después de la tormenta viene la calma
La vida para María Victoria no fue fácil, un marido a los 14 años y 4 hijos a los 25. A pesar del amor que ella le tiene a su esposo se queja de un matrimonio en el cual ha tenido dificultades: “Los problemas económicos no faltaron, por eso decidí abrir Tinta y Plica que nos dio un poco de estabilidad”.


En este momento la vida de “Ela” es un cuento totalmente diferente, vive en un edificio en Los Balsos, sus hijos ya son grandes y tienen sus propias familias y goza de una buena economía lo que le permite salir del país y conocer cada día un poco más.

“La casa de una persona refleja su personalidad, por eso me encanta que la mía muestre como soy a la perfección”. Vive en un cuarto piso en un apartamento sin mucho color pero bien decorado, tiene cuadros suyos y de su hija (María Cecilia Botero, artista también), huele a comida deliciosa todo el tiempo, tiene un estilo un poco hippie a pesar de ser una mujer muy elegante.
“Agradezco mucho a Dios, el que quiera que sea, por haberme ayudado a salir de todos los problemas que se me presentaron, amo mi vida, amo mi arte y mi familia”.

Pasaron años para que María Victoria encontrara la tranquilidad que tanto anheló. Ahora dedica sus días a esculpir sus nuevas obras, comer, salir y viajar a su finca en el municipio de El Retiro. Esa es la vida que muños añoran tener cuando lleguen a esa edad.

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