Por Sara Hincapié Salazar
En la vida muchas personas dan prioridad al bienestar de los demás, sobre lo que les apasiona. Hay quienes olvidan totalmente qué es lo que quieren, lo dejan de lado para entregarse a quienes necesiten de su ayuda. Kenh Wilis es una de estas personas. Su pasión es la música y el arte, pero él prefirió dedicarse a la enfermería, pues para él, ayudar a los demás es la mejor forma para uno sentirse vivo.
En la mañana de sábado me dirigía a Guatapé con la familia de mi novio, ya que Kenh Wilis, amigo de ellos, había venido de visita desde Estados Unidos por dos semanas y querían tener una atención con él.
El día estaba nublado y frío pero lo rayos del sol comenzaron a calentarnos. Al comienzo, Kenh me preguntaba cosas sobre Medellín, ya que no venía hacia 20 años. Con el transcurso del tiempo empezamos a hablar de música y fue ahí donde me contó su historia.
Nació en Boston, Estados Unidos, pero actualmente vive en Miami, Florida. Su padre es norteamericano y su madre colombiana. Al graduarse de bachillerato comenzó a estudiar música, pero al año tuvo que abandonar su sueño, ya que su abuela materna se enfermó gravemente y fue él quien se vino para Colombia a cuidarla.
“Nadie podía cuidar a mi abuela. Al llegar a Colombia me sentía muy extraño, no sabía qué hacer, pero con los días me di cuenta que para cuidar bien a mi abuela tenía que saber sobre medicina, así que decidí hacer un curso de enfermería en la Cruz Roja”, expresó con su voz quebrada.
Kenh Wilis mencionó que su abuela falleció 2 años después y fue entonces cuando regresó a su país natal. “Durante dos años aprendí que lo que me hace más feliz es ayudar a quien me necesita, así no fuera lo que más me gustara, era lo que también hacía feliz a los demás”.
Me comentó que al volver a Boston la música había pasado a un segundo plano en su vida. La descuidó totalmente, se mudó a Miami y comenzó a trabajar en el vecindario como enfermero a domicilio.
“Al comienzo fue difícil, pero al tiempo las personas me tenían más confianza y me fueron recomendando a familiares y amigos. Trabajé duro, a veces hasta las 24 horas del día. Me desgastaba y cansaba cada día más, mi vida se tornó completamente en la enfermería, no hacia otra cosa que ayudar a los demás y comencé a enfermarme, más bien a obsesionarme: si no tenía a quien ayudar me desesperaba”, contaba el señor Wilis mientras apreciábamos los paisajes de la carretera Medellín-Bogotá.
Le pregunté como hizo para encontrar un equilibrio en su vida y la respuesta que me dio hizo que me interesara más por su historia. Respondió que había retomado la música y en sus tiempos libres practicaba con su vieja guitarra. Luego comenzó a ir donde sus pacientes con la guitarra en un hombro y el maletín de implementos médicos en el otro.
“La música me había sacado de la rutina y pensé que sería bueno regalarles un poco de esta a mis pacientes. Fue muy bacano como ellos dejaban que les tocara sus canciones favoritas y comencé a implementar la músico-terapia en mis visitas domiciliarias. Me di cuenta que la música es la mejor medicina”, Expresó emocionado.
Continuando nuestro viaje hacia Guatapé, en la vía entre Marinilla y El Peñol, nos detuvimos en Rancho Grande, un estadero al lado de la carretera, a comer arepa de chócolo con chorizo. Paramos nuestra charla para disfrutar de la especialidad de este estadero.
Al subirnos al carro comenzamos a escuchar música de Michael Buble. Kenh Wilis comentó su agrado por esas melodías y fue entonces cuando le pregunté cúal era su genero de música preferido. Luego de unos segundos de silencio respondió:
“Me encanta el bossa nova, jazz, big band, swing y algunas del rock clásico. Soy amante de Frank Sinatra y Tony Bennett, Michael Buble es uno de mis artistas actuales preferidos pues reúne características de estos dos artistas clásicos”.
Wilis sueña con poder llegar a ser como uno de estos artistas que él tanto admira. Se define a sí mismo como un soñador que lucha por alcanzar lo que quiere y su paciencia y constancia son sus mejores aliados.
“Soy una persona muy tranquila, me llevo bien con las personas que me son leales, no soporto ni la mentira ni los engaños, me gusta escuchar a las personas y cuando tengo problemas me desahogo por medio de la música y el arte”.
El viaje se nos ha hecho corto y placentero, una buena conversación, hermosos paisajes y música que te llega al alma, no es algo que se pueda disfrutar todos los días. “Es maravilloso poder encontrar armonía en todo lo que nos rodea”, comentó después de un profundo suspiro.
Al instante le pregunté qué era la música para él. Respondió lentamente: “Para mí la música es… vida, sueños, esperanza. Música no es sólo letra o ritmo, es la armonía entre el sonido y el silencio, es el encaje perfecto de la melodía a la letra. Es una forma estética de comunicación y expresión, también es de gran utilidad para el entretenimiento, la relajación y la ambientación. Para mí la música lo es todo, es algo que te llena el cuerpo y el alma”.
Me quedé sin palabras luego de esta respuesta, como si su voz fuera música, como si él fuera música. Me impresiona su pasión y como, aun así, no descuida su deber y aquello que complementa su música, la enfermería.
Ya casi llegando a la finca le pregunté cuál era la relación que existía entre la enfermería y la música, y sin mucho rodeo me dijo “Las dos son en cierto sentido curas, la música te cura el alma y la enfermería el cuerpo, al curar los dos al mismo tiempo la recuperación de mis pacientes es mas rápida y efectiva”.
Al bajarnos del carro para disfrutar un hermoso día en Guatapé Kenh Wilis me repitió algo que nunca olvidare: “Sarita, nunca olvides que la música es la mejor medicina”.
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