viernes, 29 de abril de 2011

El sabor de un arco iris de hielo

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Por Laura Andrea Salazar Correa
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La máquina de Albeiro se deja ver en medio de paquetes de
golosinas y botellas de refrescos.
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Se aproxima el medio día y el calor intenso de la mañana de viernes se hace más tolerable con pequeñas cucharadas de hielo rallado y saborizado con esencias frutales.

Lo cotidiano

Cuando se le pide a la gente que defina la cultura la respuesta obtenida es que tan educada es una persona, que tanto sabe de cultura general, que tan amable es y una que otra vez mencionan algo relacionado con arte, música, literatura o danza.

Al parecer, no se tienen mucho en cuenta que cultura también es el conjunto de cosas que un grupo de personas comparten, como lo son la vestimenta, la comida, los rituales y las creencias religiosas.

De esta manera se puede demostrar que no sólo la comida gourmet ni la literatura filosófica forman parte exclusiva de la cultura antioqueña. Cosas cotidianas y comunes también hacen parte de ella, como comer algodón de azúcar, ver despegar aviones al lado del aeropuerto Olaya Herrera, mercar en el Éxito y tomar 'raspao'.

Sabores de pueblo

Es viernes en la mañana del 5 de noviembre, el sol alumbra con todas sus ganas mientras se aproxima la hora de almuerzo, la boca pide algo para la sed y el estómago cualquier cosa para adormecer el hambre. En la plazoleta principal del Pueblito Paisa una de las tiendas está cerrada y cerca a ella se ve llegar a toda prisa un hombre que sin quitarse todavía el casco de moto comienza a abrir el negocio.

“Con permiso, señorita” dice el hombre con voz amable, pero apresurada. No parece contento con algo que le ocurrió antes de llegar a su puesto de trabajo, aún así contesta el teléfono celular sin dejar de preparar el establecimiento para recibir a la clientela.

Una vez se levanta la puerta de la ventana se deja ver una máquina de hierro pintada de verde, amarillo y naranja con pintura a base de aceite. Al rededor hay paquetes de golosinas, botellas de jugos, cervezas y gaseosas, pero lo más atractivo a pesar de la distracción es la típica máquina para preparar 'raspaos'.

Para los que no saben, el 'raspao' es una especie de helado preparado en presencia del cliente y que se obtiene raspando un bloque de hielo. El hielo triturado se sirve en un cono de plástico y se le agregan sabores frutales que llevan el color de la fruta correspondiente, es así como una sencilla preparación ofrece el sabor de un arco iris de hielo.

Albeiro Jaramillo es el dueño del negocio y lleva más de 30 años preparando 'raspaos' en el Pueblito Paisa. “Con este negocio levanté a mis hijos, que son cuatro y vivo bueno también”, asegura él mientras termina de poner cada cosa de la tienda en su sitio.

Recostado a una de las paredes del establecimiento se encuentra uno de los clientes frecuentes de Albeiro, quien asegura que le gusta mucho el 'raspao' y se queda callado y atento a la conversación, entre tanto el dueño del negocio sonríe a cada pregunta y asegura que lo que más le importa de su trabajo es atender bien a los clientes para que vuelvan y recomienden el lugar, “que queden contentos los clientes para mi es lo mejor y así me hacen buena publicidad”, dice el comerciante.

Las vueltas de la vida

Una polea que empuja contra un par de cuchillas el
hielo hace que salga hacia abajo el hielo rallado.
Albeiro se termina de quitar el chaleco de moto, ya está más calmado. Cuenta que entró al negocio cuando apenas tenía 17 años y fue por recomendación de un amigo caleño, quien entró el negocio de las máquinas de 'raspao' a Medellín a finales de los años cincuenta.

“Yo empecé alquilando la máquina y eso me valía, para ese entonces, a $50 la semana y eso que los 'raspaos' más caros se cobraban a $2, ¿cuánto tiempo habrá pasado?, ¡un montón!”. “A Medellín llegaron las siete primeras máquinas desde Cali, por un conocido que las alquilaba y así fue como empezó el negocio en Antioquia, hace más de 40 años más o menos”, declara Albeiro.

“Yo no había probado el 'raspao' hasta que lo empecé a vender, de ahí en adelante se podían ver los carros con las máquinas y los tarros de saborizantes en el Estadio, al lado del aeropuerto, en el centro y hasta en lo que hoy es el Jardín Botánico, yo siempre he estado acá, en el Pueblito Paisa porque me gusta la clientela”, expone Albeiro.

El cisne

Albeiro declara que aún hoy prefiere preparar el 'raspao' con la máquina tradicional, “ahora ya hay unas con las que no es más que apretar un botón y eso ya está listo, pero no es la misma cosa, pienso yo”, comenta él mientras muestra las partes del aparato.

Los dispositivos para preparar tan delicioso producto son importadas de China y en Colombia se usan dos marcas, la Cisne y la Kiti. La primera de las marcas se reconoce porque en uno de los costados de la máquina tiene grabado un cisne, es delicada en sus líneas aunque es resistente y de buena calidad. Por otro lado, está la Kiti que se da a conocer porque tiene marcado su nombre en la parte frontal en letras, sus líneas son rústicas, pero no deja de ser igual de resistente a la marca anterior.

Estos aparatos tienen una polea que empuja hacia abajo el bloque de hielo que se pone dentro del compartimento y que va a dar contra unas cuchillas que rallan el hielo para que abajo quede el producto molido.

En las calles pueden verse estas máquinas pintadas de muchos colores, razón por la que se hacen más atractivas. Hay quien pinte particularmente el cisne y haga que el resto del artefacto se vea como una obra de arte. Hasta puede verse que la publicidad de el vodka Absolut emplea la fotografía de uno de los lados de la máquina.

La mayoría de los puntos de venta son carros parecidos a los de perro, pero en vez de llevar tanques con salchichas calientes, llevan tarros transparentes que muestran los sabores con que se puede preparar el 'raspao', la máquina pintada de acuerdo al criterio artístico del dueño, un bloque de hielo enorme adentro y a un lado o en un cajón adentro del carro están guardados los conos de plástico en que se sirve en producto final, son unas pequeñas ruedas las que le sirven al comerciante transportar la frescura a donde quiera que se dirige.

Un antojo para refrescar

A la tienda en el Pueblito Paisa llegan muchos clientes extranjeros que reconocen desde su propia cultura el producto que Albeiro con gusto les ofrece. “Para los mexicanos se llama raspadilla, a los ecuatorianos les gusta mucho y ni hablar de los europeos, esos hasta repiten cuando terminan, esto es un producto internacional”, comenta en medio de una sonrisa el vendedor.

El 'raspao' hace parte fundamental de la cultura antioqueña porque refresca las gargantas de quienes asisten a una feria, quienes van al Estadio los domingos a practicar deporte, a los que salen de un partido de fútbol, a los que miran aviones despegar o aterrizar en el aeropuerto, a los que salen a misa y hasta a los antojados.

Por esto puede asegurarse que Albeiro es uno de los pioneros del negocio del 'raspao' en Medellín y su aporte, aunque inocente, es importante en la conformación de una cultura que es no estática y que se vale de lo cotidiano para hacerse más fuerte y arraigarse más a los corazones de los antioqueños.

El experto en 'raspaos' afirma que no quiere salir del negocio todavía, pues lleva toda la vida dedicada a eso y gracias al negocio ha logrado sacar adelante a su familia y criar a sus cuatro hijos. Él dice que este es un oficio que le hace feliz y que le permite disfrutar de la vida de una manera tranquila.

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