sábado, 30 de abril de 2011

Un embrujo musical


Por Laura Andrea Salazar Correa

El pasado sábado 30 de octubre se llevó a cabo en el Auditorio Fundadores de la Universidad EAFIT otro de los conciertos didácticos que son tan reconocidos de la Orquesta Sinfónica EAFIT, que esta vez fue titulado “Embrujados con la orquesta”.

Una tarde animada por sinfonías orquestales fue frecuentada por niños y adultos disfrazados en la audiencia y en el escenario ninguno de los músicos se quedó atrás. Los atuendos iban desde gatos, zombis, médicos, pilotos de avión y de la Nasa, payasos, chefs, duendes, diablos hasta brujos, entre otros.

Esta fue una celebración que combinó el festejo del halloween con una aproximación a los cuentos clásicos de la cultura occidental a través de la música orquestal. El interés de este evento era hacer que los niños participaran constantemente en la obra, mediante preguntas que los personajes formulan.

La cultura está comprendida por rituales y creencias que unen y vinculan. Este concierto no sólo se valió de un ritual para integrar, sino también para acercar a la música, al gozo intelectual musical y teatral, aspectos que también son relevantes dentro de una sociedad.

“Embrujados con la orquesta” fue una obra teatral donde su personaje principal, la bruja Casiopea, se despertaba de un profundo sueño para seguir las instrucciones que su mejor amigo, el duende Melifón le dejó para obtener varios regalos. La directora de la orquesta le ayudó siempre a Casiopea, ya que la pobre había perdido sus gafas y por eso no era capaz de leer la carta que Melifón le había enviado.

Mientras Casiopea abría una a una las sorpresas que el duende Melifón tenía preparadas para ella, la Orquesta Universidad EAFIT tocaba sinfonías que aludían a la celebración de la noche de brujas.

La obra que abrió el espectáculo musical fue 'La danza macabra', más bien conocida como el Op 40 de Camille Saint-Säens. Casiopea abrió una de las calabazas sorpresa y se encontró un conjunto de murciélagos, para lo que la orquesta tenía preparada 'Cueva de Fingal', de F. Mendelssohn.

Una escoba mágica le recordó a la bruja las aventuras vividas en el año pasado junto a su buen amigo Melifón. Para animar más a Casiopea la orquesta tocó el 'Allegro final de la Obertura de Guillermo Tell', de G. Rossini.

Una de las calabazas tenía como sorpresa para la bruja una batuta como la de la maestra Cecilia Espinosa Arango, quien dirige la orquesta, razón por la cual se le permitió dirigir la sinfonía de L. Anderson, titulada 'Plink – plank – plunk'.

Para cerrar el concierto la orquesta, animando a los asistentes y a la misma Casiopea, tocó 'Una noche de aquelarre' como gran final, sinfonía del músico H. Berlioz.

Las sonrisas y el asombro también fueron parte de los músicos, quienes disfrutaron cada minuto del concierto didáctico.


Sonrisas entre la orquesta: la maestra Cecilia Espinosa Arango y el público gracias a las travesuras de Casiopea.

Al terminar el concierto, los niños corrieron al escenario para tomarse fotos con la bruja Casiopea, ver las partituras o mostrar sus disfraces.



Payasos, demonios, abejas, pilotos, cirujanos, duendes, chefs y muchos más personajes conformaron por esta tarde el equipo musical de la orquesta.

Un chef que le ponía 'sabor' a cada nota fue el concertino de la orquesta.

'La cueva de Fingal' es la sinfonía que la orquesta le tocó a Casiopea para que se imaginara el lugar de donde habían salido los murciélagos que se encontró.

Una ratoncita muy atenta no se perdía los movimientos de Casiopea y se movía al compás de cada sinfonía tocada por la orquesta.

La bruja Casiopea, en la obra del año pasado odiaba la música y ahora, con mucho esfuerzo, fue capaz de adivinar los nombres de algunos de los instrumentos tocados en el concierto.
Asombro ante cada nota tocada. Algunos niños se quitaron sus máscaras para ver bien el concierto.

En este concierto las sorpresas no sólo fueron para Casiopea, a la salida se le dio una calabaza llena de dulces a los niños asistentes.
Disfraces de cuentos de hadas, de juegos de video, de películas de terror fueron tema suficiente para toda la tarde.

'La danza macabra' debe ser tocada con un violín principal que guía al resto de la orquesta. Movimientos veloces y sonoros dieron vida al primer momento del concierto didáctico.
Afuera, después del concierto, los niños jugaban y se divertían después de haber recibido su calabaza sorpresa.


Aquí, la orquesta completa dando comienzo a la primera sinfonía tocada en el concierto, el Op. 40 de Camille Saint-Säens.















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