martes, 3 de mayo de 2011

El Principito de carne y hueso

Por Ana Maria Giraldo Figueroa



El celular sonó: “Ey Ana, ¿qué más? Para avisarte que el taller comienza este viernes a las 4 p.m. en la UPB. Cuando estés allí me marcas y yo salgo por vos”. Lo recuerdo muy bien. Emocionada fui ese día y confieso que iba con la idea del típico taller de poesía en el que leeríamos algunos poemas, los cuales estaría por conocer porque la verdad no conozco muchos de los poetas más celebres de la historia… Además de escribir y pasar una tarde totalmente bohemia… Pero el taller fue totalmente distinto.

Era con un enfoque más vivencial y dinámico. Sebastián nos aclaro que los talleres iban a ser enfocados en la infancia. ¿Cómo es eso?,­ me pregunté.

Comenzamos a hablar. Unos decían que la infancia era inocencia; otros, lo que perdimos y añoramos; lo que podemos ser, si queremos, en el corazón… Y luego de hablar porque era esto, ni siquiera eran cosas voladas, por decirlo así, sino nuestra opinión personal. Al finalizar la reunión leyó El cuidador de rebaños de Alberto Caeiro, lo que me atrapó totalmente.

Los siguientes talleres fueron algo así como lo atípico de un taller de poesía, a excepción de que Sebastián de vez en cuando leía fragmentos de Benedetti; El Principito sólo se ve bien con los ojos del corazón…” o del diccionario de los niños: Tristeza: cuando mi mamá se va y no dice para donde; Colombia: un partido de fútbol…”.

En una ocasión al taller asistieron dos desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia, quienes dieron su testimonio. En otro encuentro se nos vendó los ojos y nos concentramos en sentir y degustar unas frutas que Sebastián pasaba, no sin antes decirnos las funciones de cada una de ellas. Con los ojos cerrados nos indicaba que sintiéramos simplemente y de pronto leía un fragmento de algún poema.

Otro viernes hablamos sobre qué es para nosotros la fidelidad. Sebastián dijo que era ser congruentes con lo que pensamos de nosotros mismos y ser consecuentes con lo que hacemos. En otro taller tratamos la dignidad...

De esta manera me fui dando cuenta de que la poesía era la vida misma, ser observador, estar despierto y atento, desde un canto de los pájaros al atardecer, como Sebastián nos lo hacía notar cuando finalizaba la reunión alrededor de las 6 p.m. y nos resaltaba que cada cosa tenía su tiempo y ya los pájaros nos avisaban el atardecer, así como nosotros también atardecíamos, hasta el sonido de las maquinas y fabricas de la ciudad.

La poesía es ser sensible a la continua evolución del mundo y de nosotros mismos como seres humanos; sin embargo, es difícil definirla realmente, como es difícil definir el amor...

Quise hacer esta introducción para contextualizarlos pero en realidad no es de mí de quien voy a hablar, es acerca del amigo que les mencioné, Sebastián Quijano, quien nació el 30 de septiembre de 1989 en Medellín.

“Soy Oriundo antioqueño”. Así se describe. Vive en El Poblado, en la transversal inferior, con sus padres y su hermano Juan Esteban, quien estudia geología en EAFIT. Sebastián mide aproximadamente 1.70, es atlético, rubio, de ojos azules, es muy simpático y sociable. A simple vista nadie pensaría que estudia Filosofía y Letras y Ciencias Políticas, ni que es un poeta de pasión, con un corazón tan sensible como la poesía misma. Él dice que las personas piensan que estudia administración o que rumbea con frecuencia y se mofa de la ironía que es su vida.

“Yo soy fanático de la poesía, me gusta mucho escribir y leer, compartir con mis amigos ese espacio es uno de mis disfrutes cotidianos”, dice Sebastián. Ese es su mayor disfrute, pero también es un joven deportista: “Hago de todo un poquito, pero ante todo practico artes marciales con un compañero que es primer dan en taekwondo; además, algunas veces entrenamos boxeo, es más por el disfrute y la dispersión. Mucha energía, mucha energía… hay que quemar todo eso”.

Está soltero porque afirma que aunque el desarrollo del amor es una parte importante del ser humano, en este momento no es su prioridad. “Tengo otros amores que satisfacer”, dice con una sonrisa.

Entre esos amores, y al que le dedica la mayoría de su tiempo en estos momentos, está Cultivarte, que por ahora es una red de cultura y artes en la que se incluyen talleres y grupos de poesía -el que describí antes- teatro, dibujo, política. Todos ellos gratuitos y en su mayoría integrados por jóvenes.

“Yo llevaba dos años echándole cabeza para generar una labor social sostenible, por hacerle una crítica a la pedagogía, las labores cotidianas que buscan más que todo solucionar formas; por ejemplo, las labores sociales dan siempre comida, juguetes, ropa, casas… pero eso al fin y al cabo mejora una forma del ser humano pero no un contenido como tal”. Así fue como Sebastián me contó que le surgió la idea para este proyecto.

Dice que la pedagogía está cerrando espacios, se le abre sólo a quienes tienen posibilidad económica y la forma de impartir enseñanza se ha vuelto un medio económico: “Es necesario, todos necesitamos vivir y ellos también, obviamente. El conocimiento es tal vez con lo que ellos ganan dinero pero a la vez no nos cuesta nada y compartirlo es muy importante. Dejamos a veces a las personas que tenemos a nuestro lado con hambre de conocimiento”.

A partir de estas críticas comenzó a construir esta fundación, lo que aclara que en realidad es cultivarte para generar una propuesta que logre satisfacer las necesidades de contenido y no de forma, como él lo describe. No lograba comprenderlo bien, entonces le dije que lo explicara mejor.

Dijo que el conocimiento otorga autonomía a las personas y por falta de ésta, muchas veces, se desencadena la violencia intrafamiliar, drogadicción; en varias ocasiones por falta de dinero, por hambre, por tristeza, por desamor, se incurre en esas problemáticas.

“A ti te dan una casa y eso no te va a arreglar el problema familiar, un desamor, ni la soledad ni el hambre. Incluso te pueden dar un plato de comida pero si tienes el corazón roto no te satisface realmente”. Así que se debe buscar una propuesta que le otorgue a las personas conocimiento, lo que a su vez le va a dar más autonomía y decir: yo no me quiero meter drogas porque puedo estar financiando el narcotráfico, el secuestro, la extorsión… la violencia entre las familias. Yo no me quiero tomar estos tragos porque si son malos tragos puedo llegar a mi casa a golpear a mi papá, a pelear con mi mamá, con mi novia, etc.

“La idea es generar una labor social de cultura y arte con la que se entregue conocimiento y se haga a las personas realmente autónomas. No vamos a hacer de la plata algo prioritario, la plata es algo más bien de forma y no de contenido, hace parte del ser, es un objeto, es un medio, no un fin. El fin en sí mismo es el hombre”.

Para esto Sebastián, como buen estudiante de filosofía, trae una alusión a Kant, quien decía: “Utiliza siempre a la persona como un fin y jamás como un medio, ya en tu persona, ya en cualquier otro, exaltando la virtud y desvalorando el precio”, es decir, otorgándole valor al ser humano, el cual no es cuantificable en dinero; ya la persona tiene un valor innato que se llama dignidad, por la cual merece respeto y solidaridad.

“La idea de cultivarte es que la plata pase a un segundo plano y nos hacemos la pregunta si de verdad podemos hacer una labor social sin dinero, pero entonces nos damos cuenta que tenemos ojos, manos, boca, conocimiento, con eso podemos ayudar fácilmente. Podemos contagiar de eso a las comunidades a las que vamos; si nosotros podemos hacer labor social sin plata entonces ellos van a poderlo hacerlo de una manera similar con sus conocimientos, sus capacidades y habilidades, y de esta manera comenzamos a regenerar tejido humano”, dice Sebastián.


Lo que más le gusta es el apoyo entre los jóvenes. “Es una labor social sin plata ya que todos somos estudiantes, pero eso se vuelve un valor agregad. No tener dinero nos hace preguntarnos cómo podemos ayudar… y podemos hacerlo con todo el contenido que aprendemos en la universidad y compartirlo, ser solidarios”, cuenta este joven que de una manera creativa sirve de inspiración para muchos.

Uno de sus amigos más cercanos, Juan Pablo Muñoz, lo describe así: “Es una excelente persona, pendiente de los demás, siempre a favor del bien social. Es muy consciente, Sebas es un ejemplo de un estudiante emprendedor que quiere hacer un cambio para el bienestar social”.

Alejandra Córdoba, su mano derecha en Cultivarte, dijo: “Sebastián es el hombre más sensato que he conocido durante mis 21 años de vida”. Sin embargo, ambos concuerdan que le falta ser más organizado, incluso él es consciente de ello.

Sebastián destaca su amor por la cultura y lo que más le gusta de Cultivarte es la integración interuniversitaria: “La idea es empezar a hacer festivales de poesía, debates políticos, conciertos de música… Hay varias formas de labor social, una es los eventos y la otra es la apertura gratuita de talleres de arte a la cual van personas sin pasajes y entre los jóvenes vendemos cosas para apoyarlos”.

Esta red pronto se convertirá en fundación. “El proyecto a corto plazo es volver a Cultivarte fundación, ya tenemos casi todo listo, en la Cámara de Comercio sólo falta pagar lo que se necesita”.

A corto plazo se le va a celebrar la Navidad a los niños en la vereda Arenales, en El Salado, en Envigado. Y a largo plazo afirma que “de aquí a cinco años el proyecto ya debería estar nacionalizado, ya tendría que haber uno en Bogotá y en Cali. Ya he hablado con varias personas en Bogotá que apenas comienzan a contagiarse con el proyecto. Pero primero que todo hay que comenzar a conseguir recursos para montar sedes. A cinco años ya debería haber una red física de Cultivarte y empezar a entablar relaciones con otras ciudades de acuerdo con sus necesidades”.

Muchos jóvenes como Sebastián quisieran hacer algo para ayudar a construir una mejor sociedad, pero se preguntan cómo hacerlo. Él manifiesta lo siguiente: “Antes que nada que se ayude a sí mismo, ¡que coma! Que no se quite el pan de la boca para dárselo a otro, pero puede compartirlo. Ánimo, fortaleza, que siga con esos ideales de labor social y tenga en cuenta que se debe luchar y construir diariamente”.

Quise preguntarle qué es cultura y me respondió: “Es una expresión humana en relación con el hombre, parte de la comunicación, parte del silencio, también es expresión y esta puede ser por medio del lenguaje, la palabra, la corporalidad, hasta la ausencia misma puede ser expresión. La cultura es parte de la expresión humana”.

Un ideal fuerte en su vida es hacer del proyecto de cultura y arte que genere un apoyo a las personas, al ser humano como tal: “Eso hace parte de mi vida, ese es mi almendro, mi laurel, más allá de mí mismo, es el otro. Es que no me siento concebido sin el otro, hasta la soledad hace parte de ese otro; ese desarrollo personal va ligado a ese desarrollo social, esos proyectos que impulso hacia afuera también hacerlo hacia adentro. Hacer de mis intenciones algo sostenible; también ser feliz con ello, que haga parte integral de lo que llevo en mi interior”.

En un futuro Sebastián Quijano piensa trabajar en la política y le gustaría viajar, pero dice: “Hay tantas necesidades en el país y en cada una de las personas que tendré mucho trabajo, hasta que me salgan las canitas”.

Entre sus proyectos está el lanzamiento de su primer libro Poemas caídos. Entre las muchas de sus frases se encuentra esta: “Poemas cardiacos llenos de sombra de infarto”.

Así es Sebastián, un joven príncipe que sin “nada” lo da “todo”.

El payaso Trampolín en este circo que es Medellín


Si ve un rostro pintado de alegría, una sonrisa andante con overol corto verde encendido y un pañuelo rojo pasión que le aprieta el cuello y le sostiene el camisón, no lo dude, es Trampolín, un payaso de profesión, de tradición y corazón. Y si no lo ve, no lo dude, usted tiene problemas de visión.


Por Marcela Gutiérrez Ardila

Tiene la cara rosada y la nariz de color rojo, arrugas que le hacen la vida difícil al maquillaje con el que suele descrestar, sombrero negro que ha perdido textura con el polvo y el sudor, y zapatos que no son de payaso sino de vendedor, de rebuscador de la vida con el sueldo puesto en dulces multicolor.

Y sí que sabe combinar colores, quien lo diría de un payaso: las medias le combinan con el amarillo del camisón y la piel trigueña con sus ojos cafés profundos con los que refleja la emoción. Es un vacilador natural, además de ser payaso, papá y pobre en estatus, pero digno y honrado en su profesión.

Son casi las tres de la tarde, los algodones de azúcar blancos al parecer se quieren derretir así que alisto mi paraguas no sea que vaya a tener problemas con las hormigas después. Camino por la antigua estación del Ferrocarril de Antioquia y observo a la gente pasar.

Es un payaso que hace morisquetas desde lejos y hace reír desaforadamente, me río también. En el circo de Medellín veo muchos magos que desaparecen cosas al instante, veo trapecistas subiendo a los buses de la manera más ágil, veo perritos haciendo malabares en las calles para que no los atropellen, pero ¿payasos? Hace rato no los veía en este circo.

Me río viéndolo gesticular y caminar, y logro alcanzarlo gracias a la lucecita roja, esa que indica cuándo parar.
-       ¡Uy quien pidió pollo! –me dijo.
-       No, pollo no hay forma –le contesté.

Se rió y pasamos conversando la calle San Juan. Mientras cruzábamos alcanzó a contarme que trabajaba vendiendo dulces en los buses y que siempre va disfrazado de payaso; aunque sinceramente con disfraz o sin disfraz me sigue pareciendo lo mismo, una sonrisa andante.

Le pedí el teléfono y no piensen mal, no, me pareció un personaje interesante y lo quise entrevistar.

La cita para la entrevista la acordamos un miércoles de lluvia por las bancas del Edificio Vásquez. Él ya le había contado a su familia de la entrevista, se sentía importante y realizado. Pero ese día daban las tres, tres y media y casi las cuatro cuando supe que no iba a llegar.

Lo llamé ese mismo día a la casa para ver qué había pasado y recordar su nombre que había olvidado.

-       Buenas noches, ¿ahí vive Trampolín, el payaso?
-       Sí, ya se lo paso… Apá, venga al teléfono...

Contestó un muchacho que a juzgar por la voz y la entonación está en la flor de la juventud y vive en un barrio popular.

-       Me recuerda su nombre…
-       Fernando Díaz.
-       Don Fernando, ¿cómo está?, habla con la niña de la entrevista, la que dejó plantada… (reí)

Se disculpó, me dijo que había tenido una cita de improviso con el secretario de Cultura en La Alpujarra y que no le había dado tiempo, entonces acordamos una nueva cita para el siguiente viernes de lluvia.

Llegó puntual, era imposible no reconocerlo con ese traje de fiesta que llamaba la atención de todos. A su alrededor, un paisaje frío y ruidoso, ventas de sánduche y salchichón con limón, indigentes que pasan con su característico olor y el pito de los buses de Floresta-San Juan  que anuncian la partida.


Como era viernes de lluvia decidimos entrar al edificio Vásquez por el Parque de las Luces y con un aroma a sudor añejo proveniente de él, camuflado con el olor a café gourmet donde nos situamos, transcurrió la charla serenamente.

Su vida de payaso

Fernando lleva 40 años como payaso. Inició en el norte del Valle donde nació. Su niñez fue un poco solitaria ya que es hijo único y huérfano de mamá desde pequeño lo que lo llevó a trabajar y, como dice él, “a gaminiar en la calle desde muy temprano”.

“A mí me gustaban mucho los circos y entonces empecé a interesarme por el personaje del payaso y por ahí a los trece años empecé a pintarme poco a poco y salir a animar fiesticas, a salir a la calle y ya después me fui convirtiendo verdaderamente en payaso”.

Trampolín es su nombre artístico que significa el recuerdo de alguien que existió y que le gustó mucho. “Payaso” es su apodo en el barrio El Limonar, cerca a Itaguí, donde vive.

Papá de siete hijos, sí, de siete: Julián, de 32; Richard, de 30; Viviana, de 28; Fernando, de 20; Dany, de 10; Katherine, de 9 y Valentina, de 8. Los mayores ya trabajan, Fernando estudia en la de Universidad de Antioquia y los otros estudian primaria en la casa. Hijos todos de la misma Gloria, como se llama la esposa de Trampolín.

Aprendió a maquillarse tomando la imagen de otros payasos y al igual que una mujer principiante fue cogiendo la técnica y el modelo que quería utilizar, para dejarle el resto a la práctica y al tiempo que lo fue acostumbrando a una clase de pintura y a las indicaciones de los payasos expertos que le decían cómo se hace cada línea, cada detalle y cómo se aplicaba cada color.

De la época de Animalandia

Mientras el clima se ponía entre color desierto y Costa Caribe pero sin mar, me hablaba de su época, sobre la cual yo no entendía mucho y solo podía asentir con la cabeza para no cortar la emoción con la que contaba la historia de pequeño, cuando iba a los circos a ver al payaso Tribilín, a Espaguetti que es de acá de Medellín, a Semillita y a Cocoliso.

Recuerda mucho a los payasos de Animalandia, uno de los programas infantiles más representativos de la televisión colombiana que le llegó al corazón a tanta gente por allá en los años 70 con los payasos Pernito, Tuerquita y Bebé. Y aunque la existencia me falló en ese entonces para poder verlo, sentí sabor a recuerdo de infancia cuando Trampolín me dijo: “Esos personajes sí que han sido figuras de la niñez de uno”.

Me alejo disimuladamente, el olor se hace un poco insoportable, así como cuando huele a largas horas de trabajo, a una agotadora carrera de atletismo o bien a sueldos que no le dan la talla al Rexona. Le sigo preguntando:

-       Bueno, ¿y usted cómo se maquilla?
-       Uso maquillaje a base natural. Me gusta mucho porque nunca me ha causado nada en la piel a pesar de que me pinto mucho. Uso blanco de zinc que es la base, un polvito que venden y lo revuelvo con manteca natural de la que venden pa’ freír, la que es durita y se mezcla con el polvito pa’ que se vaya diluyendo hasta que ya no se ve la manteca y quede una pomada blanca que se echa en toda la cara.

Después pa’ el rosao uno se echa unos puntitos de labial rojo y se revuelve pa’ que quede rosao y luego se le da un toque al rojo más colorido para la nariz y el lápiz negro para delinear.

¡Ah!, y ya para que no brille la cara uso maicena o harina de trigo: me talqueo pa’ que no brille la pintura porque la pintura brillante es muy fea. Me talqueo normal como se talquea una mujer.

(Por como está pintado pongo en duda cómo se “talquea” una mujer)

-       ¿Que hace aparte de ser payaso?
-       Vea, yo hago muchas cosas porque yo tengo siete hijos, entonces hay que revolar muy feo. Aparte de payaso soy mago, tengo magia en la casa que armo cuando voy a una presentación. También vendo tortas de pescao que hacemos en la casa por temporadas pa’ vender; mejor dicho, vendo lo que haiga que vender.

-       ¿Alguna vez le tuvo miedo a los payasos?
-       Yo no, muchos niños sí les tienen miedo pero eso es culpa del payaso porque muchas veces ponen en ridículo a la persona. Hay mucho payaso como el trovador que hace reír a costa de la vergüenza del espectador, entonces las personas les temen por eso.

Uno no puede hacer reír a los demás a costa del ridículo. Yo nunca me burlo de la gente. Si alguien me chacotea pues yo también le charlo, pero yo nunca les pongo sobrenombres a las personas. De los niños no me burlo porque tengan una discapacidad o porque no sean capaces de pronunciar. Un payaso es un personaje que hace reír o que divierte, no que hace sufrir o hace pasar vergüenza.

Que pase el alcohol

Ya ni el calor ni el olor que me molestaban hace un rato parecen tener conciencia, la cara baja delata la culpa y el remordimiento de un payaso feliz que se perdió en el anís.

Llegamos a ese tema de pura casualidad, se rió melancólicamente cuando le preguntaba si alguna vez le había tocado hacer reír estando triste o con un problema grande. La respuesta la daban sus ojos y la boca fruncida que esperaba romper el silencio pronto.

“Eso es lo normal de una persona como yo: soy alcohólico y el alcohólico tiene un problema mental muy grave, se deprime, se entristece, de todo nos da a nosotros. Entonces me ha tocado ir a trabajar enguayabado o con un problema emocional fuerte; no querer trabajar, no querer salir, no querer reírse, no querer estar en medio de la gente”.

Trampolín encontró el alcohol a la par que al circo: a los 13 años empezó a beber y empezaron también los problemas, primero para sí y luego para su familia.

“El alcohol ha sido mi enemigo. En la familia lo distrae a uno mucho de la responsabilidad. Cuando he sido insistente en ser responsable, el alcohol me ha desviado de eso y me ha tocado enfrentarme porque no me puedo dejar vencer de él. Ahora que no he vuelto a beber estoy bien con la familia y tengo muchos ánimos de trabajar”.

Pasando la cuerda floja

El calor se ha dispersado, las meseras del café miran cada vez que pueden intrigadas por la situación en apariencia anormal, los vigilantes ya bajaron la guardia y se ríen disimuladamente de Trampolín.

Hasta ahora no había conocido a payaso malabarista y mago que atravesara la cuerda floja del alcohol, no conocía a un payaso que no se burlara de la gente y que no fuera tan cansón, con tanta alegría en su caminar y con tantas responsabilidades que afrontar.

-       Hábleme de aquella experiencia que nunca podrá olvidar…
Muchas, unas buenas y otras malas. Un día me pasó que me emborraché en una fiesta y me tuve que volar…

-       ¿Se emborrachó con el trago de la fiesta?
-       Sí, ja ja ja…


Me río con la respuesta, pero más con la cara de culpable tan chistosa que pone, cual niño regañado con puchero incluido.

-       También soy el presidente de una asociación que se llama CircoArte de San Antonio de Prado que se compone de artistas que vivimos hace muchos años en la ciudad y que trabajamos en malabares, trapecios, magia, comediantes y todas estas carpitas que se ven en los barrios populares.

El ingreso del payaso no es fijo porque la Alcaldía no le da el apoyo a CircoArte igual como le da a los teatreros, por ejemplo”.

-       Y, ¿cuánto cobra por una presentación?
-       200 mil pesos y voy con Fernando, mi hijo, que es mago. Pero eso no es diario es cada dos o tres meses que lo llaman a uno por eso yo no hago solo eso, también trabajo vendiendo cositas.

Ya el bailoteo de sus pies me anuncia el final. Voy alistando la cámara para las fotos de recuerdo y me asomo a la calle donde aún los algodones de azúcar blancos siguen derritiéndose a pequeñas gotas.

-       Venga yo lo invito a un fresquito…
-       No tranquila, es que a mí no me gusta dejarme coger del día.
-       Muchas gracias entonces, cuídese bastante.
-       Con gusto, que le vaya bien.

Esa fue la última función que vi de Trampolín. Su imagen se fue desvaneciendo en el viento llevándose su sonrisa y ese andar particular de payaso que me hicieron pasar esta tarde agradable.

La risa se encuentra en todos lados, es cuestión de saberla encontrar y no siempre lleva traje de fiesta y nariz color gripa de las más fuertes que pueden dar. La risa a veces esconde males y tristezas embebidas por el alcohol, lleva dolor y hambre y alegría con o sin sabor.

Trampolín pin pin se pintó la nariz y salió a hacer reír a todo el que estuviera triste en las calles de Medellín.

Break dance: no sólo un baile, un estilo de vida

No es de las personas que hablan como cantan ni caminan como bailan, es un hombre normal. Quién lo ve no se imagina que es un teso bailando B boy, como prefiere llamar a su danza. Federico Giraldo Valenzuela, con su pasión por el arte, expresa sus sentimientos a través de su cuerpo.



Federico Giraldo enseña bailes urbanos a niños y jóvenes de la Comuna 4 de Medellín (Aranjuez) y es uno de los más reconocidos exponentes de este género en la ciudad. Los chicos beneficiados no tienen que pagar ni un peso.


Por Lina María Arroyave Ceballos

“El sentir es lo más importante para cualquier breaker, cualquier artista de graffiti, cualquier maestro de ceremonias y  cualquier músico –explica –. Realmente lo que conmueve a las personas es cuando vos ves cantar a alguien con sentimiento: eso es lo que te convence verdaderamente”.

La cita estaba pactada en su casa, en el Centro de Medellín, en Sucre con Caracas, a las 12 del día. Media hora antes sonó mi celular para avisarme que habría un cambio de planes. Me preocupé pues no sabía llegar a mi destino. Después de lamentarme un rato caminé hacia el Metro mientras pensaba cómo sería ese bailarín de breaking. Imaginé muchas cosas, pero nunca pensé qué le preguntaría.

Suena el citófono de la casa de su tía en el barrio Conquistadores. “Llegó”, me dicen. Cojo mi bolso y me preparo. Cuando subió aquel joven que esperaba, me puse un poco nerviosa.

“¡Ay primo dejé el celular en donde estaba!”, exclamó. “Marcame a ver si contestan. Ya vengo”.

Mientras regresaba tomé un lapicero y una hoja y comencé a formular algunas preguntas que sabía que podrían funcionar.

A los cinco minutos estaba de vuelta. Tomamos asiento en la sala de la casa. Un aire fresco que procedía de la ventana del doceavo piso refrescaba el ambiente. Con una sonrisa en su cara comenzó a contarme sobre lo que hacía.

“Muchas personas de los medios se refieren a mi arte como Break Dance, pero en realidad es B boy que significa beat dance chico con ritmo, viene del Bronx boy o Break boy o Boogie boy, eso parte de la cultura hip-hop. Esa palabra viene cuando ciertas personas tomaron una actitud y cogieron los movimientos de James Brown, el padrino del soul. Los Djs cogieron los break o ecstacis de las canciones, o sea la parte más buena, entonces la combinaban con otras y con esto hicieron que la canción fuera más larga. En los breaks los que ya sabían hacer el rock, que es como el inicio del baile, empezaron a intervenir en el piso con los breaks, zizacs y show downs, pero ya empezaron hacer pasos abajo. De ahí B boy, break boy, Bronx boy o Boogie boy”.

“A mí me dicen Atomik roc”, dice Federico Giraldo
 sobre su nombre en el mundo
Sus ojos claros y sus manos reflejan el amor que siente por lo que hace: “Me gusta porque me ha llevado a unos campos que ni me imaginé. Me ha puesto a viajar, me ha sentado al lado de personas muy importantes a nivel mundial, he dado seminarios, he dictado talleres y ahora soy profesor. Desde 1989 practico este arte”.

Su primer salto al mundo fue en las ciclovias de Manrrique entre el año 89 y 92, estuvo con la primera selección de B boys que se enfrentó en Bogotá. Ese fue su primer viaje. Ha estado de jurado en el “Festival de B boys” en Cali, en las Vegas, en Miami, en Bogotá, en Medellín, en Cucuta, en Panamá, en Atlanta y en New York.

“Además estuve en un tour del “Hip Hop Internacional” en Baja California. Estuve en Miami…
No sabe qué más decirme, piensa dos segundos… “¡Ah!, conozco casi todos los barrios de esta ciudad y en todos he bailado”.

Movimientos que cautivan

Toprocks, footworks, powermoves, freezes, son los movimientos que atrapan a más de 1.000 jóvenes de la ciudad: “El cambio social que le hemos dado a la sociedad es fantástico, aunque con las uñas hemos liderado”.

Con una sonrisa en su cara Federico Giraldo Valenzuela, Arc Atomi Roc, la original leyenda del dorado hace parte de la doscencia de  4 Elementos Skuela, fundada por el grupo Crew Peligrosos, que agrupa en la Comuna 4 a jóvenes desde hace diez años que representan la cultura hip hop,cuenta como el hip hop atrapó su vida y la de miles de jóvenes que en este momento prefieren el arma de la cultura hip hop que las balas hirientes de la violencia.

“Nosotros no queremos figurar como los que sacamos la gente directamente de la violencia para que se vengan al hip hopporque ya la gente nos tomaría como juego. La gente que está muy sumergida en la política ve esto como una propuesta de cierto modo que revoluciona, entonces uno tiene que ser muy persuasivo y evitar mucho caer en cosas politiqueras y medios de comunicación que tratan los temas de manera equivocada”.

En ese momento me cuenta una situación muy particular que ha sucedido con muchos medios, que siempre ven nuestra cultura untada de la historia negativa, pero la verdad nosotros estudiamos y queremos seguir aportando a la cultura del scratch del graffity de las líneas del flow delfashion de show del rap del breaker con baile limpio y entre otras grandes virtudes que tiene la cultura madre de las calles, de la cultura hip hop.

“Lloré porque había niños, mujeres, hombres en esas casas con pañuelos, sabanas blancas, que querían paz”, recuerda sobre el Concierto por la Paz en la Comuna 13.

Él se siente muy orgulloso de su profesión, lo noto por la manera como habla. “Este arte es masivo entonces, los chicos han cambiado en muchos aspectos. Yo veo que las mamás son felices y los niños se dedican es a eso, ya no van a las esquinas y se esfuerzan por hacer las tareas para poder ir a la escuela a practicar hip hop. Es como, por ejemplo, vos jugués pimpón con tus amigos, te ven y eso se va convirtiendo en un fenómeno de mil”.

Lo único que se respira es tranquilidad, sólo se escucha el cantar de los canarios que viene de la cocina. Mientas tanto, Federico, Aka Atomik,me sigue contando con emoción que ellos en la escuela le enseñan a niños y niñas desde los 7 años hasta personas de 35 años: la disciplina, la constancia, el fortalecimiento del carácter y la personalidad. En esta última se ve involucrada la fuerza con la que manejen tanto su cuerpo como la mirada.

“Me considero una persona con mucha fuerza en las terminaciones de mis movimientos. Cuando estoy en batalla soy muy templado con mi estilo”. Se acerca y me mira fijamente, mientras me dice: “Cuando estoy en batalla voy y miró al contrincante fuertemente, vos sabes que eso desestabiliza”.

Ellos le han enseñado a cada uno de los estudiantes el foundation o hip hop fundacion. Así se refiere él para explicarme que cada uno tiene un nombre de B boy. “Por ejemplo”, me dice. “A mí me dicen Atomik”.

Y sin ninguna pausa a la conversación me cuenta: “¿Hell Style cómo vas?, ¿hiciste todas las tareas? Sí, tengo hasta las 8 para hacer 20 rutinas, dice Hel, y a las 7:30 ya tiene 10. Él es una persona muy efectiva, incluso en un torneo que yo estaba de jurado le ganó a gente que ya tiene años en esto y él sólo lleva un año y medio, con 13 años”.

A raíz de esto otro bailarín de profesión le dijo que ellos ya estaban para ganar las copas del mundo. Pero él no quiere que el talento de sus chicos se les suba a la cabeza por eso, les dice que tienen el 5% del proceso que es. Esto es motivo de alegría para los niños y jóvenes que sólo se imaginan cómo estarán de preparados en cuatro años.

“A nosotros no nos gustan todos los géneros musicales”

El estilo de vida de ellos les ha permitido saber diferenciar y ocupar un lugar dentro de la música. Porque según Atomik, todo depende de esto, porque sino todo se queda en un simple hobby

A él personalmente le gusta mucho el rap, pero el que más le gusta es el electro funkporque con él empezó a bailar y fue el que lo hizo madurar:

“Todo lo conseguía en casetes, música muy difícil de conseguir, también los vinilos eran muy complicados de obtener. En el año 96 alcancé a tener como 50 vinilos, luego los vendí y como en el 2003 ya tenía 1.000 vinilos, me gasté bastante dinero en eso. De ahí viene un porvenir mío con esa colección de música”.

“¿Qué más te cuento?”, me dice, mientras piensa y toma del líquido amarillo que parece ser jugo de naranja que está en la mesita café en frente suyo.

“Me gusta mucho el soul pero sólo de Sade, la reina de este género. Líricamente me parece muy bueno. Me gusta mucho lo que es la batería pero ya para bailar me gusta también elrap instrumental, me gustan más los sonidos que las líricas porque no estamos en una ciudad donde no es bueno escuchar música en inglés porque eso no ayuda, pues la gente que no sabe este idioma no escucha parte de la música”.

“Por eso me gusta lo instrumental para que la gente piense lo que quiera con los ritmos, además de que por lo general las líricas tienen muchas groserías, usted sabe que el hip hop es un movimiento urbano muy fuerte y más en Estados Unidos”.

“Conozco casi todos los barrios de esta ciudad
y en todos he bailado”
La gran experiencia con el estudio del hip hop le ha ayudado a definir bien su gusto musical: “Soy persona que antes de representar me he dedicado más a estudiar, por eso en la escuela me admiran tanto”.

En mitad de la siguiente pregunta suena un celular, él manda su mano al bolsillo y contesta:

 “Hola, ¿qué más?, Sí, hablate con Jairo. Llámame dentro de 20 minutos que estoy en una entrevista con una comunicadora”.

Sonreí y continué. Las personas que aprenden en la escuela este arte, ¿cuánto deben pagar?

“No, es totalmente gratis, eso es lo más bonito. Nuestro gestor Henry Arteaga (dueño de la escuela), es un tenaz,  tanteso que  ha hecho que la escuela este al lado del  presidente Moreno de la Asamblea del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), me va llevar a los Premios Shock y me ha hecho sentar al lado de personajes muy importantes a nivel mundial.

“Nosotros estamos trabajando, tenemos una finquita y los fruticos que nos dé se los llevamos a las personas que creemos que son más indicadas y esto ha tenido una respuesta favorable para la escuela”.

Ya mis manos no estaban tan sudorosas como al principio, todo fluía como una conversación entre amigos de infancia que se volvían a encontrar después de un largo tiempo y fue así entonces como nuestra conversación en este punto tomó un giro repentino.

El Concierto por la Paz en la 13

“En la Comuna 13 hay un proceso cultural, allá hay mucho rapero, breakers, grafiteros, cantantes, como hermanos hemos  sido un gran soporte para ellos. La orientación que tiene nuestra escuela ha sido un ejemplo de sociabilidad para todas las escuelas, por eso cada vez que se montan al escenario en un evento y se monta la escuela,  la cosa es a otro nivel con el buen sentido de la palabra”.

“Al director le dijeron: vamos a hacer un concierto por la paz porque esta zona está muy jodida, entonces él  les dijo: ‘Claro, hagamos el concierto por la paz’ y ayudó a montar todo. Eso lo consiguieron con otros recursos y cooperación internacional. Se unió Juanes, se unió J Balvin y muchos personajes que conocen nuestro proceso y han ido a la escuela para apoyar igualmente la causa”.

“Allá había un círculo social que usted no se alcanza a imaginar y entrar allá así fuera una cancha era difícil. Yo hacía parte de la organización y había una gente por lo que yo le preguntaba a Henry que si no le daba miedo que pasara algo”.

Ese concierto, realizado en septiembre de 2010, como lo afirma él, fue toda una maravilla por la unión de todos los personajes con la escuela y el reconocimiento internacional que obtuvieron.

“Fue muy tenaz ver a toda una comuna alrededor tuyo, esa cancha era como un hueco”. Ahí la sala pasó a ser la representación de la comuna de la que me hablaba Atomik, puso de ejemplo los muebles como si fueran las casas alrededor de la mesa de centro, que ahora ya no era mesa sino la cancha donde todos los males llegan.

Para Federico Giraldo, el grafiti es “la madre de
 todas las artes de la calle”
“Yo lloré porque había niños, mujeres, hombres en esas casas con pañuelos, sabanas blancas, que querían paz. Yo sólo me imaginaba al malo, él qué sentirá si todos quieren paz”.
Cambio de mano, la grabadora se me ha hecho muy pesada, pero cuando finalmente decido moverla, mi entrevistado también la mueve, se cayó la grabadora y entre disculpas y sonrisas la conversación vuelve a su rumbo.

La madre de todas las artes urbanas

El grafiti juega también un papel muy importante en la vida de este personaje, para él es la madre de todas las artes de la calle por su contenido urbano.

- ¿Por qué lo dice así?

- “Porque a uno que monte patineta o patines, pues losskaters o rollers, les gusta eso, pero si comparas el grafiti, con todo el debido respeto, de todos los artistas urbanos con el que nosotros hacemos es muy potente porque es un grafitti que tiene la estética que es. Cuando no es una cosa mal hecha que se le ven chorriados o desgastes, es una cosa artística que nosotros la hemos estudiado para hacerla bien”.

El sol ya deja su ausencia en las ventanas y el agotamiento de la voz indica el final. Me cuenta que ahora se dedica con el tema de los grafitis a diseñar digitalmente en programas de edición de imagen como Photoshop y Corel e interviene en la edición de videos y en cosas pertinentes de algunos de los eventos que realizan.

Al terminar esta charla tomó del líquido naranja que estaba en la mesa central, se levantó del mueble y caminó hasta el escritorio donde estaba al computador para mostrarme algunas fotos de los eventos, de la escuela y de él.

Mientras me muestra con orgullo sus fotos, por mi cabeza pasa un sentimiento de admiración y de asombro al mismo tiempo, pues nunca imaginé encontrarme con este personaje tan particular que no sólo me hizo ampliar mis conocimientos de música y cultura, sino que también me demostró que este arte puede cambiar la vida de cualquier persona y, por qué no, puede llevar la paz a una sociedad violenta.