domingo, 24 de abril de 2011

Diego Gómez, un bajista sicodélico

Por Manuela Ruiz

Diego Gómez, bajista del grupo La Fritanga.

Diego Gómez es un joven de pelo corto color cobrizo que sólo se podría obtener de forma natural. Viste con ropa característica de los años 60 que le da un toque sicodélico a su personalidad. Al verlo nadie se imaginaría que este joven de 25 años, de apariencia descuidada, se caracteriza por su buen desempeño académico en la Universidad EAFIT, donde estudia Ingeniería de Diseño de Producto.


Eran las 10:30 a.m. del miércoles 3 de noviembre. En una de las bancas del parque la Presidenta, en el barrio El Poblado, esperaba a Diego quien es bajista de una de las mejores bandas de reggae de Medellín: La Fritanga.
El Mello, como lo llaman sus amigos, tardó unos 15 minutos en llegar, pero al verlo a simple vista me di cuenta que es una persona sencilla, descomplicada y muy simpática.

Apenas llegó me saludó de beso y lo primero que dijo fue: “Acompáñame por un tintico y un cigarrillo mientras llegan los otros”. Durante el camino a la tienda me contó un poco sobre su vida pasada.

“Estudié en varios colegios. Primero estudié muy juicioso en el Restrepo Molina en Envigado y luego me pasé al Liceo La Paz, donde empecé a salir más con mis amigos y a montar patinetica. Luego inicié con mi primera banda de punk que se llamó Escusado. Ensayábamos en los garajes, nos emborrachábamos en los garajes, todo en los garajes”.

A medida que me contaba su paso por los colegios hacía una cara de picardía y se reía de forma constante. De vuelta al parque me presentó a los demás integrantes de su banda, todos con la misma pinta, una apariencia relajada, barbados y con cigarrillo en mano. Me saludaron y solo dijeron: “Uy Mello nueva adquisición”, por lo que Diego se rió y los ignoró.

“Sentémonos en aquella banca para que podamos hablar mejor”, dijo Diego. Después me siguió contando sobre su trayectoria en diferentes bandas pero, esta vez, me habló sobre otra banda de punk con la que lograron realizar varios conciertos y hasta llegaron a ir a un recital en Bogotá, el cual describió como “todo un fiasco” porque “no había gente ni siquiera para oír las bandas de allá”.

Al contarme le dio un poco de rabia: “Hasta vendimos como mil boletas para poder pagar todo allá”, pero luego de este comentario se rió y me dijo, “lo más bacano del viaje fue la rumba que nos pegamos por la noche”.

Al terminar el colegio Diego decidió dejar esta banda para dedicarse de lleno a su carrera, aunque un poco confundido, pues no sabía qué estudiar. Le gustaba mucho la música pero afirmó: “Primero se tiene que liberar la parte económica para a si poder dedicarse al hobbie”, por lo que decidió estudiar Ingeniería de Diseño de Producto, en la Universidad EAFIT.

En el séptimo semestre de su carrera conoció a “un amigo muy parchado que canta muy chimba y a otro que toca los bongos.” Con ellos me iba para los parques y empezábamos a tocar. Yo por mi parte manipulaba el bajo y fue así como se creó mi actual grupo, La Fritanga”.

Antes de continuar hablándome de su grupo, me dijo que lo acompañara a comparar otro cigarrillito. Al regresar al parque contó que los ensayos de esta banda son muy chéveres porque siempre se hacen en los parques, la mayoría de las veces vienen amigos a oírlos para relajarse y dispersarse un poco, y esto es algo positivo para ellos debido a que así cogen más fuerza como grupo musical de reggae.

Diego contó que al oír cantar a su amigo se transportaba mentalmente. “Uy! desde la primera vez que lo oí me pareció una chimba y eso que mi música favorita no es el reggae, aunque no me disgustaba, pero con este man le empecé a coger gusto”.

Gracias a los amigos que asistían a las prácticas de La Fritanga, este grupo empezó a tocar en bares y hasta en conciertos, aunque lo que más les agrada es ir a tocar a fincas, “porque tenemos la dormida y el chorro gratis, y nos pegamos meras rumbas”.

Los integrantes de esta banda han logrado participar como invitados en el festival Altavoz y han podido sacar varios covers inspirados más que todo por uno de los grandes cantantes y compositores del género del reggae, como Bob Marley.


Tras un leve silencio, Diego habló de las enseñanzas que le ha dejado su propio grupo musical. Con una sonrisa un poco irónica dijo que “en cada cosa que uno hace con su vida obtiene una enseñanza sea buena o mala”.

Con la música y con las bandas en general este joven artista comprendió que “la inspiración sale del alma y cuando no hay inspiración no hay nada. Eso es lo más bonito de la música y, sobre todo, del reggae”. Nunca imaginé que me fuera a contestar de forma tan profunda como lo hizo.

Sentí curiosidad por preguntarle si fue muy duro pasar del punk al reggae, a lo que respondió: “Ja ja ja, la verdad no, aunque en el punk las cosas son de cierta forma como violentas y el reggae te transforma inmediatamente, pues es un género musical que hay mismo te atrapa”.

Al hablar un poco sobre la universidad y sobre su rendimiento académico, dijo que en general le va muy bien, pero confesó “uno siempre va a dejar de hacer la tarea para ponerse a ensayar y cosas así”, aunque  también reconoció que EAFIT les ha dado varias oportunidades al invitarlos a los conciertos que cada año se programan en la institución, con los cuales se han dado a conocer más.

De su vida privada no contó nada ni siquiera cuando le pregunté por su familia. Sólo sonrió y me dijo next. Luego le indagué que si tenía alguna relación sentimental y de inmediato se quedó callado.

Diego se despidió con un beso en la mejilla y me dijo: “Mujer, qué pena pero ya me tengo que poner a ensayar, porque no te quedas y de una vez  te das cuenta de que todo lo que te dije no es mentira”.

En efecto me quedé porque en el fondo quería saber cómo era su música y si en verdad no estaba exagerando con todo lo que me dijo durante la entrevista. Fui testigo de un gran talento, el ensayo me encantó y pude ver como otros amigos se unieron al público improvisado.


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