martes, 26 de abril de 2011

Fernán Arango: un ingeniero con corazón de escultor

Por Mayteck Arenas Londoño



Con un poco más de medio siglo de vida, unos ojos que parecen no ser reales y una delgada figura, Fernán Arango se abrió ante el micrófono de una grabadora periodística y decidió contar su historia.

Su oficina llena de tareas y correos pendientes nos recibe para comenzar la narración de su vida. Su agradable sonrisa de bienvenida y sus nervios por decirlo todo precedieron la primera pregunta que nunca se hizo gracias a su iniciativa de contar quién era.

Una cabellera llena de tiras gris cenizas denotan años de experiencias vividas y anécdotas no contadas. Alto como un balcón y delgado como sus obras, menciona el bronce, la cera líquida y la adopción de su hija.

Ha participado en más de cinco exposiciones tanto a nivel nacional como internacional, así que España, Bogotá, Medellín, Envigado y hasta su propia oficina en Almacenes Éxito han sido escenarios para sus esculturas.

“Soy ingeniero industrial de profesión pero artista por hobbie”
El esposo, padre y escultor comienza a explorar el mundo del arte con su tío Salvador Arango, que es un escultor figurativo, un investigador incansable, un viajero en la búsqueda de nuevas formas de expresión.

Junto con su familia, inspirada por las bellas artes, Fernán Arango emprendió a trabajar en el taller de su tío mientras estudiaba y transcurría su época universitaria.

“Yo para poder estudiar y trabajar, trabajaba con él en las mañanas y en las tardes en el taller que quedaba en Enciso El Pinar, eso queda por allá arriba en una ladera enorme. Es un sitio muy complejo, donde Salvador hizo un trabajo social y cultural maravilloso. Él compró una tierra en esa zona de estrato casi cero”.

A modo de ser “artista autodidacta”, como se llama a sí mismo, en proceso de desarrollar más su espíritu artístico, aprende la técnica de modelado y fundición de bronce, la cual practica actualmente.

Lo raro, cuenta él, es que aunque aprendió de su tío, los libros sobre diferentes técnicas fueron sus profesores y asesores:

“Tengo una serie que se llama Mujer, pues me parece fascinante el cuerpo de la mujer y tengo un busto de mujer que ha gustado mucho, no por su morbosidad”.
Todos mis trabajos son figuras desnudas, solo tengo una que no. Logro mostrar la figura desnuda natural de la mujer.

El artista cuenta cómo es el manejo de la desnudez de la mujer en la escultura, debido a que hay una línea delgada entre el arte y lo obsceno ante este tipo de obras.

“Me considero autodidacta, es decir, que me formé en el taller del maestro Salvador y que ha sido una trayectoria de estudiar, de leer, de compartir con otros escultores. Yo creo que ha sido muy gratificante para mí porque me ha retado a estudiar y a leer mucho”.

Exitoso como ingeniero y como artista
Como ingeniero industrial graduado de la Universidad de Antioquia ha trabajado en empresas como Uniban y Cadenalco S. A. Actualmente se ocupa en el Centro de Distribución de Envigado de Almacenes Éxito.

Dentro las historias que nuestro protagonista contó, en respuesta a preguntas que no hubo necesidad de hacer, se recrea su perfil y los tipos de esculturas que acostumbra hacer.

“Para mí, a diferencia del maestro Botero, la figura humana es bonita pero flaca: la figura humana gorda ya se transforma, en cambio el flaco muestra lo que es. Muestra su esbeltez, muestra su flexibilidad, muestra su dinamismo. Le permite a uno mayor facilidad de expresión”.

En Almacenes Éxito, Fernán Arango fue elegido para realizar los galardones para la ceremonia Proveedores Éxito 2009, Con los cuales se premia la insistencia y perseverancia en los objetivos comunes.

El Taller: castillo de las creaciones
Luego de más de 60 minutos en una charla con un sinfín de historias, Fernán decide llevar el micrófono al taller familiar. Tan lejos como se quiera se llega a un callejón donde el polvo que produce el cemento, la arena y la fundición del bronce hace que se irriten la nariz y los ojos.

De camino al taller pasamos por un cruce de calles y carreras entre casas que pocas veces había visto. Medellín en su occidente era testigo de un lugar que daba fruto a las creaciones de esta familia de artistas.

Las calderas y los hornos traían a la memoria una época feudal. Pulidoras y materiales para fundir obstruían el paso de un lugar hechizado por el polvo de creaciones que ya están vivas o están en construcción.

Altas temperaturas y moldes ubicaban las sesiones de una casa desbaratada que se convirtió en un espacio para hacer realidad las ideas y los diseños de escultores como Fernán o como Salvador Arango.

Un hasta luego
Luego de viajar entre oficinas y talleres llenos de polvo mágico, Fernán se despide con una invitación a los lugares donde tiene sus esculturas.

“Entonces ese soy yo, un ingeniero industrial que trabaja con el Éxito. Veintidós Años de profesión y un artista por hobbie. ¿Qué quiero ser en muy poquito tiempo?: un artista por profesión y un vago por hobbie”.

Su sonrisa y las cuatro paredes de su oficina fueron testigos del artista que Fernán Arango lleva en su corazón, pero que en el comienzo, en una primera plana, sólo le faltaba el casco para pasar desapercibido por un ingeniero.





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