Por Ana María Gaviria Aguilar
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El cantautor antioqueño que enamoró a la generación de los años 70 y 80 con sus boleros y baladas habla sobre su vida y del origen de algunas de sus canciones. Sigue dedicado a la música, a sus negocios y a vivir tranquilo.
A sus 60 años de edad y después de haber pisado escenarios de Estados Unidos, Europa, Australia, Suramérica, de toda Colombia; de ser el ídolo de jovencitas que vestían minifalda en los años 60, de chicos que se echaban gomina en los 70; de tener canciones en el número uno de las emisoras… el cantante Fausto no aspira a más fama: simplemente le gustaría tener una tiendita pequeña de pueblo y, en una vida reposada, conocer allí las historias de la gente.
“Sé quién soy: soy lo mismo que tú. Un ser humano parte de todo un proceso, con mucha conciencia de ser más que de tener. Tener es algo que me gusta y que me disgusta porque si alguna cosa hay harta en la vida es tenerse que llevar a las espaldas todo lo que uno ha visto, conseguido, comprado: la única carga que no me gusta dejar son mis libros”. De esa manera se define Luis Javier Piedrahíta Gaviria, conocido por varias generaciones de colombianos simplemente como Fausto.
Este hombre creyente, amable, cercano, alto, robusto, de piel clara, mirada profunda, cabello y ojos oscuros, nació en Medellín el 25 de abril de 1950 como primogénito de un hogar conformado por otros siete hijos.
Desde muy niño tuvo gran pasión por el arte en general, no sólo por la música. Le gustaba la poesía, la danza, la pintura, la composición y la escultura.
Para él, “el arte es una expresión que saca del hombre cosas que no puede sacar otra cosa diferente, es como una religión sin nombre de religión, una forma de encontrarse con sí mismo, con la naturaleza, con lo que le ayuda a crecer”.
Empezó a estudiar música en el Instituto de Bellas Artes pero no terminó. Su carrera fue más de intérprete y de compositor. En la siguiente entrevista cuenta aspectos de su carrera artística y de su vida:
¿Por qué Fausto?
“Beber para qué” es el inicio de su carrera musical. ¿Cómo nace esta canción?, ¿a quién o qué está dedicada?
“Soy un ave pasajera”
Seguíamos sentados en la sala de su apartamento en Medellín, ubicada en el barrio Patio-Bonito, en El Poblado. Cada vez se hacía más tarde, pero la conversación era fluida y amena.
Su espalda erguida en una silla de plástico blanca y sus brazos sobre las piernas, su mirada noble y la tranquilidad al expresarse, hacían de él un hombre bastante agradable y sencillo.
En medio de la conversación se escuchaban los pasos de su esposa, María Patricia Velásquez, con quien lleva 10 años de casado, después de haberse divorciado de la madre de su hija y su primera esposa, María Hanna. Una mujer que amó mucho pero que, como afirma él en un tono seco y cortante, “ya es pasado”.
Fausto ha vivido en Estados Unidos, en Inglaterra, en España y en Colombia, en su casa de Tabio (Cundinamarca). Sin embargo, como dice él, “soy un ave pasajera”. Por ejemplo, “hace poco compré este apartamento en Medellín y así voy y vengo”.
“Susana, Susana estoy loco por tu amor” es una de sus canciones más conocidas, ¿usted la escribió?, ¿quién es Susana?
En su apartamento en Medellín con algunos de los reconocimientos recibidos en su larga carrera musical. |
El cantautor antioqueño que enamoró a la generación de los años 70 y 80 con sus boleros y baladas habla sobre su vida y del origen de algunas de sus canciones. Sigue dedicado a la música, a sus negocios y a vivir tranquilo.
A sus 60 años de edad y después de haber pisado escenarios de Estados Unidos, Europa, Australia, Suramérica, de toda Colombia; de ser el ídolo de jovencitas que vestían minifalda en los años 60, de chicos que se echaban gomina en los 70; de tener canciones en el número uno de las emisoras… el cantante Fausto no aspira a más fama: simplemente le gustaría tener una tiendita pequeña de pueblo y, en una vida reposada, conocer allí las historias de la gente.
“Sé quién soy: soy lo mismo que tú. Un ser humano parte de todo un proceso, con mucha conciencia de ser más que de tener. Tener es algo que me gusta y que me disgusta porque si alguna cosa hay harta en la vida es tenerse que llevar a las espaldas todo lo que uno ha visto, conseguido, comprado: la única carga que no me gusta dejar son mis libros”. De esa manera se define Luis Javier Piedrahíta Gaviria, conocido por varias generaciones de colombianos simplemente como Fausto.
Este hombre creyente, amable, cercano, alto, robusto, de piel clara, mirada profunda, cabello y ojos oscuros, nació en Medellín el 25 de abril de 1950 como primogénito de un hogar conformado por otros siete hijos.
Desde muy niño tuvo gran pasión por el arte en general, no sólo por la música. Le gustaba la poesía, la danza, la pintura, la composición y la escultura.
Para él, “el arte es una expresión que saca del hombre cosas que no puede sacar otra cosa diferente, es como una religión sin nombre de religión, una forma de encontrarse con sí mismo, con la naturaleza, con lo que le ayuda a crecer”.
Empezó a estudiar música en el Instituto de Bellas Artes pero no terminó. Su carrera fue más de intérprete y de compositor. En la siguiente entrevista cuenta aspectos de su carrera artística y de su vida:
¿Por qué Fausto?
“Comencé llamándome Luis Greco porque me gustaba mucho la pintura del Greco y porque sentía que tenía que ponerme un nombre que no fuera el mío, que era un nombre muy largo y muy común.
Fausto con su esposa María Patricia Velásquez, en su apartamento ubicado en Medellín.
Entonces un día, con el primer manager que tuve, que se llamaba Gustavo López, iba bajando por La Playa a coger la Avenida Primero de Mayo. En esa avenida había un teatro que se llamaba María Victoria; hoy en día eso está ocupado por almacenes y centros comerciales. Era un teatro muy importante de la época y ese día en la cartelera estaba el anuncio del “Doctor Fausto”, de quien yo había tenido la oportunidad de leer el libro unas 14 o 15 veces en dos años porque me había apasionado demasiado.
El libro “El Fausto”, de Wolfgang Goethe, al principio no lo entendí mucho, no lo digerí, pero me cautivó la forma como él se iba metiendo en el terreno espiritual. Hoy en día, cuando tengo tiempo, leo cualquier página de él: son cosas tan actuales como lo eran en ese momento.
Es uno de los escritores más prolíficos, no sólo escribió poesía, sino que su novela es considerada como la más importante de su tiempo y para mí esta obra y la de Cervantes son las más importantes en la historia de la Humanidad”.
“Beber para qué” es el inicio de su carrera musical. ¿Cómo nace esta canción?, ¿a quién o qué está dedicada?
“Esta fue la primera canción que hice y fue el primer tema que se grabó también. La gente de la disquera no creía mucho que los colombianos pudiéramos ser buenos compositores, tenían la duda e hicieron un disco que en esa época se llamaba de “45 revoluciones”, al cual le pusieron por detrás una canción de un español llamada “Jamás la olvidaré”. Y por el lado A pusieron mi canción como una opción. Gracias a Dios triunfó la que yo había hecho y ahí comenzó mi carrera.
Esta canción la escribí en un momento en el que yo estaba buscando la verdad, me sentía en la necesidad de buscar temas que me ayudaran a encontrarla. Una verdad que durara más de lo que dura una verdad, más allá de los paradigmas que se llaman verdad hoy.
Además, en ese momento estaba leyendo a Goethe, Shakespeare, Cervantes, en fin, a una cantidad de autores clásicos que estaban cuestionándose todo el tiempo sobre la verdad y sobre lo real, más allá de esta realidad aparente. Y entonces mi sed era esa.
No llegué con el asunto de beber para olvidar, pero sí me daba cuenta de que el que bebía no tenía efectos secundarios positivos, sino efectos negativos porque siempre la pena continuaba ahí. La pérdida que es una ilusión porque uno no puede perder lo que no es de uno.
Resulta que la gente se queda detenida en una posesión, en el es mío, entonces pasan cosas como beber para qué…”.
“Soy un ave pasajera”
Seguíamos sentados en la sala de su apartamento en Medellín, ubicada en el barrio Patio-Bonito, en El Poblado. Cada vez se hacía más tarde, pero la conversación era fluida y amena.
En sus ratos libres le gusta dedicarse a la carpintería |
En medio de la conversación se escuchaban los pasos de su esposa, María Patricia Velásquez, con quien lleva 10 años de casado, después de haberse divorciado de la madre de su hija y su primera esposa, María Hanna. Una mujer que amó mucho pero que, como afirma él en un tono seco y cortante, “ya es pasado”.
Fausto ha vivido en Estados Unidos, en Inglaterra, en España y en Colombia, en su casa de Tabio (Cundinamarca). Sin embargo, como dice él, “soy un ave pasajera”. Por ejemplo, “hace poco compré este apartamento en Medellín y así voy y vengo”.
“Susana, Susana estoy loco por tu amor” es una de sus canciones más conocidas, ¿usted la escribió?, ¿quién es Susana?
“Es una canción por la que mucha gente me pregunta –dice sonriendo–. Esa canción tiene versión española, pero la original es italiana; sin embargo, no tuvo tanto éxito. Luego la hizo un grupo inglés que compuso “Susana” y posteriormente realizaron otro éxito y ya, nunca más hicieron más canciones que tuvieran un éxito mundial.
El rock europeo, especialmente en inglés, llegó con mucha fuerza y nosotros optamos por hacer un rock en español con tal éxito que abrimos récord en los países europeos.
Pero no hay ninguna persona en especial, si te digo te vas a reír. La única persona que se llama Susana en mi vida es mi abuela paterna y era un ser totalmente apático a todo lo de la modernidad y esas cosas. Ella fue una de las mujeres que más me acercó a Dios.
Hay una historia que recuerdo mucho de la abuela: una vez llegó una prima de ella con sus amigas a la casa, estaban sentadas en el comedor y conversando conversando llegaron al tema mío. Yo estaba comenzando mi carrera musical y a una de ellas se le ocurrió decir que cómo era posible que iba a ser el único de la familia dedicado al arte.
Fausto y Ana María Gaviria
Ellas veían en él una prostitución, una perdición, pero nunca caían en la cuenta de que uno a través del arte podía conseguir objetivos que con muy pocas carreras se obtenían, entonces la abuela les dijo que ella no estaba de acuerdo con lo que habían expresado porque consideraba que yo me había dedicado a la carrera más difícil de todas: “a la carrera de ser hombre”, es decir, tener conciencia del otro, amarlo, respetarlo y ayudarlo como si fuera propio.
Otra canción muy recordada de este canta-autor antioqueño que enamoró a la generación de los años 70 y 80 con sus boleros y baladas es “Agua caliente”, escrita por una brasileña llamada Martiña. “Cuando yo conocí la canción, Martiña la había acabado de grabar en España y resulta que yo me enamoré de esa canción y la seguí entonces interpretando”, asevera Fausto.
Actualmente Fausto sigue entregado a la música, a los negocios y, como afirma él, “al trabajo con Dios que es lo más importante que hago y con la gente que quiere. En mi tiempo libre o cuando lo necesito hago cositas de carpintería que me gusta mucho. Así mismo, me encantaría tener una tiendita de pueblo, y conocer a la gente y sus historias”.
Tiene unas canciones muy bellas.
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