Por Ana María Sánchez Montoya
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Podría empezar a contar esta historia con la simple biografía del sujeto próximamente a mencionar. Me basaría en sus logros, fracasos, alguno que otro episodio emocionante en su vida y la manera de cómo le ha hecho hasta ahora para ser quien es.
- ¿Dónde estás? -me hablaba una voz algo gruesa pero amable al otro lado del celular.El centro de Medellín, especialmente el parque Berrío y sus alrededores no es un lugar muy fascinante a eso de las 10 de la mañana, y más aún con algunos grados de calor, que aparentemente asfixian las calles entre sus olores cotidianos.
- En la estatua Pedro Justo Berrio, donde me dijiste -le contesté.
-¿Segura?, yo estoy en todo al frente, donde apunta la nariz de la estatua y no te veo -me dijo.
-Yo también (mientras daba giros alrededor de la estatua), le respondí.
- ¿Estás en el parque Berrío? -me preguntó.
- (Risas) Qué pena contigo, estoy al otro lado y casualmente también hay allí una de esas estatuas, enseguida voy -le dije.
- Perfecto, tengo puesta una camisa azul oscura con una “i” blanca -me dijo.
Caminé, crucé calles con semáforos sin dirección, recibiendo a su vez pequeños pedazos de papel con información poco convencional y algo de publicidad de productos yerbáticos y baratos.
Lo encontré, ahí estaba el sujeto que me daría una entrevista, al cual escogí por su sencillez, imaginación y, sobre todo, por ser uno de los mejores periodistas – a mi juicio- que leo a diario.
Juan Miguel Villegas, alto, de tez blanca, ojos grandes, pelo hasta la altura del cuello, informal y con un bolso que atravesaba su torso, es el creador de una de las agencias periodísticas más creativas que han surgido en los últimos años en la ciudad: Agencia Pinocho.
-Voy hacer algo de reportería -me dijo. Así pues que nos dirigimos al Hotel Nutibara, donde después de algunos minutos ingresamos al hall del mismo y mientras nos ubicábamos pensaba en el sinnúmero de preguntas tornadas en mi cabeza.Abrimos el telón, capturé su voz en una pequeña pero potente grabadora periodística. ¿Un café? -preguntó uno de los encargados de los banquetes del sector de eventos del hotel. Él acertó, yo simplemente no quise. Un pequeño diálogo y me centré en el punto del evento Periodistas en la Carrera, organizado por la Universidad EAFIT en el pregrado de Comunicación Social: la cultura.
Algo inquieta, pregunté: ¿Cómo se te pasó semejante idea por la cabeza? A lo cual sonriendo me respondió: “Una mañana ahí como pensándole, sabía que estábamos haciendo noticias que si fueran verdad saldrían en los periódicos, entonces pensando en cómo resolver eso decidí hacer noticia de lo que no sería noticioso”.
¿Por qué Pinocho?, era una de las preguntas que más se me entrechaban entre ceja y ceja. “Pinocho es un reportero, además es el santo patrono de la mentira”. Este hombre de 34 años, la tiene clara, cuenta con pasión paso a paso cómo llego hasta la agencia.
A-Pin partió desde su creación como un grupo en Facebook con el nombre de “Pinocho es un reportero - Periodismo fantástico”, en donde publicó su primera “noticia” que trataba acerca de un pingüino que había pasado la noche anterior en la cárcel: “Los tramé con esa historia y a la gente le empezó a gustar”, afirmó Juan Miguel. Luego sufrió metamorfosis a un blog para después tomar propiedad el 9 de febrero del 2009 como página web, gracias a un estimulo por parte de la Alcaldía de Medellín denominado Publicaciones Artísticas Culturales.
A-Pin esta conformado por dos integrantes más, Gloria Estrada, periodista de la Universidad de Antioquia, y David Guzmán, periodista de la UPB.
La primer noticia que se publicó en la agencia fue la que tenía como titular “Mujer pensó huir de esposo” en donde en un pequeño párrafo contó cómo la mujer, mientras manejaba su carro por la Avenida Bolivariana y en los segundos que se demora el cambio de semáforo, pensó en salir corriendo de su casa y viajar por el mundo, pero al volver el semáforo en verde se olvidó de lo pensado y llegó a su casa.
“El ingrediente más importante que le vemos a la Agencia es la cotidianidad”, cuenta Juan Miguel. Él, como muchos innovadores, tiene ciertas experiencias y rasgos en sus vidas -que por cosas del destino, de un supuesto Dios o de una segunda vida- han tenido que sobrepasar y darle de nuevo dirección a un camino que jamás se imagino llegar.
Juan Miguel empezó como estudiante de Negocios Internacionales en la Universidad EAFIT. Al pasar cuatro semestres en el campus conoció a Andrés Caicedo, un escritor que al parecer tomó las riendas de lo que realmente le apasionaba y su huída de la universidad fue inmediata.
Decidió presentarse a la UPB donde se llevó una gran desilusión, pues aquella no cumplía con sus expectativas. Así que como última opción, y la más significativa, fue la Universidad de Antioquia donde no sólo la literatura empezaba a coger fuerzas en su diario vivir, sino que aquella pasión que le había heredado su padre de ser músico empezó a cavarle la cabeza.
“Yo crecí con los Beatles y los Rolling, además súmele a eso la buena salsa… Es que vea, yo los 90 me los gocé”, cuenta con cierta gracia Juan Miguel.
Empezó a realizar pequeñas publicaciones en el periódico La Urbe de la U. de A.: “Allí tuve ciertos problemas con el consejo editorial por el periodismo fantástico que manejaba”, cuenta el periodista. Realizó la práctica profesional en el periódico La Hoja, cuya estadía se extendió a un año.
Actualmente A-Pin tiene una versión impresa de toda una hoja en el periódico Universo Centro, pues el trabajo de “lo que no es noticia en Medellín” fue uno de los atractivos que llamó la atención de ese periódico.
Un momento… Se acabó la batería de la pila y un número grande de personas llama nuestra atención. Escuchamos decir a uno de los encargados del hotel: “Llegó el brujo”. Nos miramos y nos preguntamos de nuevo ¿quiénes eran esas personas, por qué tanta algarabía y finalmente quién era el grandioso brujo?
De nuevo, el señor que nos hizo el comentario nos aclaró lo siguiente: “Esas personas están esperando al Doctor Mahoma desde temprano, vienen a ser atendidos por él, porque según lo que dicen es el mejor de todos”.
Nos reímos, y mi curiosidad aumentó ante la pregunta de cuánto costaría la cita, a lo que obtuve por respuesta 100.000 pesos.
El tema se me estaba expandiendo, en realidad, aparte de conocer todo lo que había logrado la agencia, quería averiguar quién era Juan Miguel e investigar cómo se vería en algunos años con A-Pin. Así pues, que “cambiando un poquito el tema” le dije, a su vez preguntando: ¿Qué va a pasar con la Agencia en algunos años? A lo cual tuve la respuesta más emotiva que me dio durante toda la entrevista: “Quiero hacer Agencia Pinocho toda la vida, mientras yo exista, existirá Agencia Pinocho”.
En realidad lo primero que quiere hacer este profesional es diseñar el espacio de trabajo perfecto, pues en sus propias palabras “estoy enamorado de las personas, del entorno y quiero conocer cada una de ellas sin afán, no como los periódicos convencionales, que no tiene tiempo y los temas son impuestos”.
Así es como él quiere vivir y ejercer su profesión. Ya que tiene en sus manos no solo la responsabilidad de una agencia, sino el bienestar de su hogar, pues Juan Miguel vive en unión libre con su pareja, siendo los padres de una niña de tres años y medio llamada Violeta.
Mientras cuenta como es su hogar se queda en silencio varios segundos y acude a la frase de Juan José Hoyos: “Quien no ha tenido un hijo, tiene medio corazón sin estrenar”. Además quiere, como todo buen padre, lo mejor para su hija; como lo hace su padre, quien se emociona cada vez que relee los escritos de Juan Miguel.
Bien, hablemos del tema central, la cultura. La respuesta me la dio el periodista de una manera muy sutil y bastante agradable: “La cultura de esta agencia, el centro es hablar con las personas, algo que nos obliga a diario a hacer reportería y que junto a esto podemos ser testigos de las acciones para luego escribirlas de manera tal que sea noticia para quienes lo lean”.
Apagué la grabadora. Le di las gracias, entré al baño y cuando salí ahí estaba todavía Juan Miguel, observando atento, hablando con la gente, quizá el próximo titular de una de las “noticias “que salga en su agencia: “Le hacen antesala a un brujo”.
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